lunes, 7 de febrero de 2011

Poema de siete caras

Cuándo nací, un ángel contrahecho
de esos que viven en la sombra
dijo: ¡Ve, Carlos a ser torpe en la vida!

Las casas espían a los hombres
que corren tras las mujeres.
La tarde tal vez sería azul,
no habría tantos deseos.

El tranvía para lleno de piernas:
piernas blancas negras amarillas.
Para qué tanta pierna, Dios mío,
pregunta el corazón.
Pero mis ojos
no preguntan nada.

El hombre detrás del bigote
es serio, sencillo, fuerte.
Casi no conversa.
Tiene pocos, escasos amigos,
el hombre detrás de los anteojos
y el bigote.

Dios mío, por qué me has abandonado,
si sabías que yo no era Dios.
Si sabías que yo era débil.

Mundo, mundo vasto mundo
si yo me llamara Raimundo
sería una rima, no sería una solución.

Mundo, mundo, vasto mundo,
más vasto es mi corazón.

No te lo debía de decir
pero esa luna
pero ese coñac
nos mandan conmovidos al diablo.



Carlos Drummond de Andrade

No hay comentarios:

Publicar un comentario